La Toninera de las mil flores 🌼🌻🌷

“El bordado comparte la música que entona el jarabe del valle mientras sus mujeres bailan celebrando a la Virgen del Carmen.”

Cuántas cosas tengo que agradecer a San Antonino Castillo Velasco (SACV): ser uno de los principales huertos de Oaxaca, sus terrenos inmersos de flores de multicolores, las empanadas de amarillo que son un manjar sustancioso donde las calorías no importan, sus fiestas espléndidas y tórridos romances espontáneos que solo se quedan ahí en su Guelaguetza, visitar el taller de los Señor de las Sirenas de los maestros José y Teresita García y no llorar de emoción cuando cuentan su historia de amor y superación, visitar el baratillo los viernes y sobre todo su famoso bordado de toninera, esa de las miles de flores.

San Antonino significa mucho para mí ya que tengo muchas amistades regadas por ahí y grandes aventuras que he tenido en sus Lunes del Cerro, y alguno que otro desliz. Por lo tanto, San Anto tenía que aparecer en mi Alma Oaxaqueña.

Para llegar a San Antonino debes dirigirte hacia al sur de la Ciudad de Oaxaca, rumbo a la la Ruta de las Artesanías, aproximadamente unos cuarenta minutos de trayecto. Sabes que estás ahí cuando la vegetación cambia y ves el letrero de los vecinos que dice Tilcajete, diez minutos después llegas a un entronque donde puedes tomar mototaxi que te llevará al centro, ya estás aquí.

Esta sesión fue muy diferente a las demás y marcaría el rumbo de las posteriores, porque fue la primera vez que la hago in situ, es decir que me había trasladado al pueblo de origen para trabajar ahí, ya que las primeras cuatro, habían sido en el centro de Oaxaca. Los ojos para estas fotografías nuevamente fueron de mi amigo Daniel Gómez que curiosamente tiene una fascinación por San Antonino (invito al lector que visite su Instagram ya que tiene fotos increíbles del Domingo de Ramos, de las mayordomías y de la Feria de la Empanada).

Empanadas de San Antonino de Doña Flora

Detrás de cámara

Para la indumentaria, contacte con una amiga mía, Valeria Salinas, una chica de dieciséis años quien es parte activa de la Delegación Representativa de SACV. Nuestro primer acercamiento fue por redes sociales, le platiqué que tenía muchas ganas de portar la indumentaria completa, así que sin más acordamos una fecha y hora, ya que ella me iba a prestar todo lo necesario. No cabía de alegría y emoción de que por fin sería una toninera por un día.

El bordado de San Antonino me ha llamado mucho la atención, desde siempre, ellos mismos refieren que es el más bonito de Valles Centrales, y no lo dudo. Su complejidad y su multicolorido que emana entre tantas florecitas minuciosamente colocadas al azar, lo convierte en una pieza de colección para cualquier amante del arte textil.

Como cada indumentaria tiene su historia. El bordado de San Antonino se caracteriza por la flor inmortal y “el hazme si puedes”. La flor inmortal es una flor que no se marchita y que se siembra en los campos que rodean el pueblo. Las flores se dibujan sin un patrón en la blusa y depende del gusto de la artesana, este se borda a mano con hilos de algodón o de seda. Nuestra protagonista, la flor del pensamiento, se pone con diversos colores aleatorios como el naranja, rojo, verde bandera o amarillo, que no tienen un significado específico, pero entre más colores tenga, más apreciable es la blusa. También se dibujan otros tipos de flores, hojas y pajaritos. Cabe mencionar que esta flor no es endémica de los Valles Centrales, pero es un símbolo en la comunidad.

Por otro lado, el famoso “hazme si puedes” consiste en unos muñequitos que prensa la blusa a la altura del busto que le da una especie de resorte de ajuste. Estos muñequitos simbolizan la unión del pueblo toninero, y se le llama así porque si se deshila, sus manitas se pierden y has que empezar de nuevo. Es muy fácil identificar cuando una blusa no es de San Antonino ya que las bordadoras guardan muy celosamente esta técnica, como una especie de sello personal.

La blusa se borda por partes, donde grupos de cinco o hasta diez personas se dedican a armar una sola prenda única. En San Antonino existen muchos talleres, donde las artesanas trabajan, hacen la comida, reciben gente, cantan, platican las nuevas del pueblo, ríen, algunas lloran, guardan secretos, organizan la próxima fiesta, en fin: una comunidad y un nexo de unión.

La blusa toninera es la esencia de la técnica y destreza de cualquier maestra textilera, por eso el valor que tiene. En resumen, las blusa reúne todas las habilidades como son el bordado a mano, el deshilado, el crochet, la randa y el “hazme si puedes” del cual ya hablamos.

Cabe mencionar que estamos hablando de una blusa, no de un huipil. Eso quiere decir que fue una prenda impuesta por el nuevo mundo. Sin embargo, se conjuga con una prenda igualmente importante y completamente prehispánica, el enredo.

El enredo es una gran pieza de lana natural teñida de grana cochinilla, traída comúnmente en Teotitlán del Valle, que forma tablones lisos a los lados, y se ajusta con un ceñidor elaborado en telar de cintura, de colores rojos proveniente de su vecino San Tomás Jalietza.

En muchos de las indumentarias de Valles Centrales veremos el cruce entre una blusa europea y un enredo zapoteco; quisiera saber que se usaba antes, probablemente era el torso desnudo y en épocas de frío o algún evento religioso usaban alguna especie de huipil en telar de cintura. Continuaré con mi investigación.

Don José y Teresita García, el Señor de las Sirenas

Continuando con la sesión, llegué a San Anto un domingo como por eso de las dos de la tarde, Valeria me estaba esperando. El primer paso para ser una toninera era el trenzado, así que nos trasladamos en un mototaxi a la casa de la señora Blanca Paz, ella se dedica a trenzar a las muchachas de toda la delegación de SACV cuando tienen calendas, presentaciones o alguna mayordomía; ella tiene mucha habilidad así que solo me deje llevar.

El trenzado de San Antonino consiste en una doble trenza donde se le inserta dos tlacoyales verdes como de estambre que terminan en dos borlas. Las trenzas se amarran hacia arriba para bailar, y van en la parte de abajo cuando llevan canasta.

Entre la señora Blanca y Valeria me ayudaron a ponerme el enredo para que se formaran los caprichosos tablones, la blusa y los accesorios. Recuerdo muy bien que apenas me había hecho los hoyitos para los aretes y fue exclusivamente porque quería portar los aretes de Vale que son un tesoro familiar.

Terminando de vestirme nos dirigimos nuevamente al centro, donde Daniel ya nos estaba esperando, recuerdo que el día estaba lluvioso pero la luz estaba perfectamente difuminada, el día perfecto para hacer fotos. Esta sesión fue en tres puntos muy representativos para mi: El centro, el taller de barro rojo del Maestro José García y un campo de flores. El resultado fue el siguiente:

Tengo que agradecer a Sarita, la hija de estos increíbles maestros por todas las facilidades en su taller, para mi es una parada obligatoria irlos a saludar cuando ando de visita por San Anto ya que escuchar a sus padres me provoca mucha emoción y ganas de superarme. Además tengo que agradecer a Elvira, amiga de Sarita que nos facilitó su campo de flores para hacer la sesión, entre rosas, margaritas y la flor inmortal, en un día de junio con la lluvia a nuestros pies.

La creación de una prenda con mucha historia, implica organización y trabajo conjunto. La identidad se construye a través de la memoria y el bordado de San Antonino permite la recuperación de la memoria de las mujeres y hombres que participan en ella.

El bordado comparte la música que entona el Jarabe del Valle mientras sus mujeres bailan celebrando a la Virgen del Carmen. Expresa en el tiempo, las historias, la vida y hasta fechas importantes de mujeres que contribuyeron a la creación de cada prenda. Pronto nos volveremos a ver en un Lunes de Cerro y bailando en su verbena mientras nos echamos un par de mezcalitos.

¡Muchas gracias toninerxs!